De nuevo un relato especial para una fecha especial y que mejor manera de desearos una Feliz Navidad que con un Especial, se titula...
Feliz año muerto
Según una antigua leyenda, el mundo de los muertos y el de los vivos estrecharan un puente la última noche del año 2015, dando lugar a una nueva era repleta de horrores y oscuridad, pero como ya os he dicho solo es una leyenda.
Todas las noches de fin de año las celebramos en familia, como de costumbre en casa de mis padres pero este año hemos decidido celebrarlo en casa de mis abuelos para variar, estaremos todos reunidos ya que durante el resto del año muy de vez en cuando nos reunimos, pero la noche de fin de año nunca falla.
Llegamos yo y mis padres los primeros a casa de mis abuelos, nos recibieron con un aperitivo mientras esperábamos a los demás, poco a poco iban llegando el resto de la familia y tras una larga espera por fin estábamos todos reunidos, impacientes por la cena que nos habían preparado mis abuelos.
Cenaríamos pronto, allá sobre las nueve o nueve y media de la noche para que cenáramos tranquilos y nos diera tiempo a todo. Mi abuela nos había cocinado de todo.
Habiendo acabado todos de cenar, recogimos la mesa entre todos y nos preparamos las copas para brindar y el champagne junto con doce uvas como es tradición, a las doce de la noche es cuando darán por televisión las doce campanadas y entonces ya habrá acabado este año y empezado uno nuevo.
Faltaban apenas dos minutos para las campanadas, todos estábamos ya preparados, atentos al reloj y a la televisión, había quien se comía las uvas antes de hora y nos reíamos y entonces empezaron las campanadas, una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once y do... y entonces se fue la luz en la casa y en ese mismo instante una tos, alguien se estaba atragantado en el momento menos oportuno. Fui lo más rápido posible a la habitación donde habíamos dejado los abrigos en busca de mi móvil mientras los demás buscaban a la persona que estaba tosiendo y unas velas o algo que hiciera luz, he de reconocer que mi rapidez fue de lo más torpe posible, tropecé varias veces antes de llegar a la habitación, no lograba dar con mi abrigo puesto que estaba todo a oscuras. Cuando por fin lo encontré entre la montaña de abrigos, lo encendí a modo de linterna y fui al comedor donde se encontraban el resto, para cuando llegué la tos había desaparecido y solo se escuchaban llantos.
Me abrí paso entre la gente y entonces la vi, mi abuela había muerto. Intentos desesperados de reanimarla, de llamar por teléfono a los servicios de emergencia, todos ellos en vano. Volví a la habitación de los abrigos y saqué del armario una manta y se la puse encima, nadie se explicaba como se había atragantado o con qué, si ella fue quien se comió las uvas antes de hora.
Mi tío y yo salimos por la puerta de la casa para pedir a algún vecino que nos dejara llamar por teléfono, pero en cuanto abrimos la puerta la oscuridad se había adueñado de todo el edificio, no había ni una sola alma por allí ni tan siquiera un sonido, llamamos a las puertas de enfrente pero nadie nos abría la puerta ni nos contestaban, mi tío fue hacia las escaleras para bajar al tercer piso supongo o bien para salir a la calle y en cuanto su mano se posó sobre la barandilla que baja la escalera, un sonido seco y cortante iba creciendo poco a poco hasta que un cuerpo o eso creo, cayó por el hueco de la escalera ante nuestras narices, nos quedamos atónitos, sin saber que hacer nos miramos el uno al otro, de repente se empezaron a oír gritos de auténtico terror y agonía de la puerta de enfrente nuestra y muchos golpes, nos asustamos mucho y se hizo el silencio, un charco de sangre asomaba lentamente por debajo de la puerta, entonces salieron los demás de la casa menos mi abuelo que no se podía separar de mi abuela.
Todos preguntaron que pasaba, que eran esos golpes, esos gritos... y antes de que ninguno de los dos pudiéramos explicarlo se abrió la puerta de enfrente y mi tío fue absorbido, como si algo lo hubiera agarrado y metido a la fuerza dentro de esa casa y sin más la puerta se cerró. Mi tía asustada, bajo las escaleras, la barandilla empezó a vibrar y unas pisadas fuertes se escuchaban cada vez con más frecuencia, como si algo bajara las escaleras a toda prisa.
Por más que la llamáramos vuelve, vuelve no contestó y cada vez estaba más cerca lo que fuera que bajara las escaleras, así que nos metidos nosotros a toda prisa dentro de la casa cerrando la puerta y justo al cerrar se escuchó un golpe en la puerta, y otro, y otro, no cesaba. Volvimos al comedor en busca de mi abuelo, pero ni mi abuelo ni mi abuela fallecida estaban. Nos preguntamos a donde habría podido irse mi abuelo con mi abuela, le llamamos pero no contestaba incluso lo buscamos por la casa pero no hubo suerte. Intentamos tranquilizarnos, a mis padres estaba apunto de darles un ataque y mientras le acercaba a mi madre un vaso de agua me fijé en que la luz se había ido en todos los barrios, me asome al balcón y apenas podía ver la calle, parecía que habían personas por la calle incluso lancé un hola pero no hubo respuesta... por lo menos aparentemente.
No tardé ni tan si quiera un minuto en hacer esto, para cuando me di cuenta mis padres no estaban y el haz de luz de la linterna apuntaba hacia la puerta, que estaba abierta. Llamé a mis padres en voz baja, asustado por lo que podía haberles pasado, silencio eso es lo que obtuve y de pronto, golpes y más golpes dentro de la casa, estaba mi abuela abriendo y cerrando sin parar la puerta de uno de los armarios del comedor donde guardamos las copas de cristal para brindar, y empezó una voz a llamarme, me costó un rato adivinar de quien pertenecía, era mi abuelo, me decía que me acercara a mi abuela que no tuviera miedo, empecé a dudar si se trataba de una horrible pesadilla o era real y la voz de mi abuelo se fue haciendo más grave, acércate a tu abuela maldito hijo de puta, mira lo que le has hecho pedazo de mierda, asustado retrocedí hasta el balcón cerrando lo más rápido posible la puerta y entonces un destello como un rayo en una tormenta ilumino todo lo que mis ojos llegaban a ver y la casa se lleno de personas o eso creía que eran, todas me miraban, sus ojos blancos se posaron sobre mí y entonces empezó a recorrerme un escalofrío toda mi espalda, una mano fría se posó sobre mi hombro, noté como algo se iba acercando lentamente a mi oído y me susurro... feliz año muerto.